La Documentación, entendida desde su vertiente clásica, gozó de un periodo de gran florecimiento entre 1930 y finales de 1950, pero hacia la mitad de esa década eran ya muchos los teóricos que desde distintas áreas del saber se cuestionaban la eficacia de los métodos utilizados para el control y el acceso a los documentos científicos y proponían formas alternativas para lograr este fin. Los pilares en los que se cimentaba la teoría otletiana empezaron a tambalearse y buscaron el apoyo de modelos y principios procedentes de otros campos de la ciencia.
En 1968, en Estados Unidos, el término Information Science vino a sustituir al utilizado hasta entonces, Documentation. Esta nueva ciencia se gestó en un marco interdisciplinar, en el que el peso de la tradición bibliotecaria fue paulatinamente cediendo terreno a la corriente documental, que a su vez se vio absorbida por una nueva disciplina en la que convergen prácticas y fundamentos biblioteconómicos y documentales, así como modelos, postulados y principios de otras áreas del saber.
En España, sin embargo, estos estudios universitarios nacieron y se desarrollaron ajenos a esta evolución, así como a los nuevos planteamientos que fijaban las enseñanzas de la Information Science.
EL NACIMIENTO DE LA INFORMATION SCIENCE
En 1968, en Estados Unidos, el término Information Science vino a sustituir al utilizado hasta entonces, Documentation.
Nacía una nueva disciplina en la que confluían el pensamiento y los principios de la práctica bibliotecaria y documental, pero también -y esto es precisamente lo que la configura como nuevo ámbito del saber- las teorías formuladas desde otros campos científicos, desde los años treinta del siglo XX. En este proceso fueron fundamentales las aportaciones de disciplinas tan dispares, en principio, como las Matemáticas, la Lingüística, las Ciencias de la Computación o la Psicología, así como las que procedían de modelos de almacenamiento de datos y formatos regidos por lógicas muy distintas a las del entorno manual.
La adopción de este nuevo término significó mucho más que un mero cambio de denominación. Significó sustituir el objeto de estudio y de la práctica profesional, que dejó de ser el documento y pasa a serlo la información, con todas las implicaciones que esto conlleva. Entre otras, que el soporte cede todo el protagonismo a los contenidos.
Hacia finales de 1890 comienza a generarse en Europa el movimiento documental, como un intento por recoger y procesar información de carácter muy específico que se generaba desde los distintos campos científicos. Este movimiento tenía como máxima prioridad impulsar y contribuir al desarrollo de la actividad científica. Estas ideas llegaron a Estados Unidos hacia 1930, país en el que se adopta, al igual que en el entorno europeo, el término "Documentación"1.
La nueva práctica, que para muchos no dejaba de ser un variante de las clásicas funciones a las que se dedicaban los bibliotecarios, pronto contó con una terminología propia, diferente de la que se utilizaba en el ámbito de las bibliotecas, que daba prioridad a todas aquellas tareas cuyo fin era recuperar información de forma satisfactoria para el usuario.
Los nuevos términos hacían referencia a conceptos que, aunque basados en la práctica bibliotecaria, adquirían una dimensión distinta, puesto que enfatizaban el proceso de acceso a los documentos frente a su descripción y almacenamiento. Surgen, entre otros, "recuperación de información", "relevancia de los documentos recuperados", "eficacia de las estrategias de búsqueda" medida a través de la "pertinencia y la exhaustividad de los resultados", "indización" frente a catalogación, o "unitérminos" y "descriptores" frente a encabezamientos de materia.
Ahora bien, era tal la ambigüedad y tantos los sentidos con los que se usaba el término "Documentación", que en 1955 el entonces American Documentation Institute convocó un concurso para seleccionar la mejor definición del mismo. El resultado fueron tres definiciones, propuestas por Dyson, Seidell y Browson2, que coinciden en una idea clave: conocimientos acumulados y registrados.
Cuatro años después, en 1959, la Federación Internacional de Documentación (F.I.D.) cambia el término "conocimientos" por el de "información", y define Documentación como la recogida, almacenamiento, clasificación y selección, difusión y utilización de todos los tipos de información.
De esta forma, si para los tres teóricos mencionados lo relevante eran los conocimientos, para la F.I.D. lo era la información, que podía almacenarse, organizarse y difundirse de maneras muy diversas. Es claro, por consiguiente, el giro que empieza a gestarse con respecto a la concepción otletiana.
En 1968, en Estados Unidos, el término Information Science reemplazó de forma oficial al utilizado hasta entonces, Documentation. El American Documentation Institute cambió su nombre por American Society for Information Science, y en 1970 el volumen 21 de la revista científica American Documentation pasó a denominarse Journal of the American Society for Information Science, título al que recientemente se añadió and Technology.
Todo ello era la lógica consecuencia del sinfín de acontecimientos que desde el año 1945 habían ido modificando progresivamente los fundamentos de la Biblioteconomía y de la Documentación, su objeto de estudio, análisis y práctica, así como los métodos y las técnicas para su control y acceso. Y todo ello se expresa, también en el año 1968, en la definición que aporta Borko, en su ya clásico artículo "Information Science: What is it?":
la disciplina que investiga las propiedades y el comportamiento de la información, las fuerzas que rigen el flujo y el uso de la información, así como las técnicas de su proceso para su óptimo acceso y uso. Se refiere al corpus de conocimientos relativos a la producción, recogida, organización, almacenamiento, recuperación, interpretación, transmisión, transformación y utilización de información. Tiene un componente puramente científico, que inquiere en la materia sin que importen las aplicaciones, así como un componente de ciencia aplicada, a través del cual se desarrollan los productos y los servicios3.
En esta definición se centra de forma clara el objeto de estudio de la disciplina, y a las clásicas funciones propias de la teoría documental se suman las de interpretación y uso. Se incide, asimismo, en su doble componente teórico y práctico.
En la evolución de la Documentación a la Information Science fueron especialmente relevantes tres ideas y tendencias, íntimamente relacionadas con la nueva manera de entender el proceso y el acceso a la información, que diverge sustancialmente de la forma en la que se concebía hasta entonces .
La primera tiene que ver con el concepto de "recuperación de información"4, basado en la lógica formal del matemático Boole. La segunda, consecuencia directa de la primera, está relacionada con el de "relevancia" de la información recuperada, de acuerdo con las necesidades expresadas por los usuarios. La tercera, que surgió unas décadas más tarde, se relaciona con el concepto de "interacción", referido a la forma en que sistemas y usuarios se comunican, que años después dio lugar a la expresión "human and computer interaction", expresada mediante el acrónimo HCI.
Además, era preciso asignar formas de representación de las materias distintas de las empleadas en los entornos manuales que, marcados por las reglas que rigen la ordenación alfabética, imponían lógicas contrarias a las expresiones del lenguaje natural y, por consiguiente, al modo de razonar de los usuarios cuando construían sus estrategias de búsqueda. Los nuevos entornos automatizados les permitían formular conceptos y términos, los tradicionales entornos manuales sólo les dejaban reconocer unas formas asignadas previamente. El nuevo proceso para representar los contenidos de los documentos se denominó "indización"5, para diferenciarlo del que se practicaba en el ámbito bibliotecario.
Por otra parte, los avances en el desarrollo de sistemas automatizados y máquinas capaces de almacenar cantidades masivas de información hizo necesario pensar en medidas de eficacia en la recuperación de información. Surge entonces el concepto de relevancia, referido a la adecuación de los documentos recuperados con respecto a la demanda de información y cuya eficacia se mide por la precisión y la exhaustividad.
Y al hablar de sistemas de información no convencionales no podemos olvidarnos de dos figuras de gran relevancia en la evolución de la Documentación a la Information Science. Se trata de Hans Peter Luhn (1896-1964) y Eugene Garfield (1925- ), pues ambos contribuyeron de manera muy significativa a la consolidación de la Information Science. Luhn dedicó buena parte de su trabajo al diseño de sistemas de información utilizando aplicaciones informáticas. El resultado más nombrado de sus investigaciones fue el Chemical Titles, que en 1960 se convirtió en la primera publicación electrónica de la historia.
Análogamente, Garfield creó una base de datos multidisciplinar, el Science Citation Index, con el propósito de mejorar la capacidad de los sistemas de información para sugerir a los investigadores las mejores fuentes para sus trabajos. Se basó en la naciente teoría de la citación y convirtió el Institute for Scientific Information (I.S.I.) de Filadelfia en un referente mundial de la información científica, que con el tiempo pasó a ser un proyecto empresarial de gran éxito. Posteriormente, aparecería el Social Science Citation Index y el Art and Humanities Citation Index.
La complejidad y sofisticación que iban ganando los sistemas de recuperación de información introdujeron nuevos conceptos relacionados con su capacidad de interacción con los usuarios, así como con los problemas motivados por una comprensión inadecuada del esquema conceptual y por el desarrollo de interfaces poco amigables.
Por otra parte, las nuevas ideas emergentes, unidas a la revolución tecnológica habida desde la segunda mitad del siglo XX, posibilitaron el desarrollo de sistemas que permitían relacionar información y rompían la secuencialidad del texto impreso, de formatos de intercambio de datos, de sistemas en línea y de servicios de utilidades bibliográficas. Todo ello también influyó de forma decisiva en la cultura y la práctica de la profesión.
Por todo ello, en la evolución de la Documentación hasta su configuración actual fue determinante el papel que desempeñaron teóricos de otras disciplinas como Boole, Moers, Taube, Luhn, Garfield, Bush, Lotka o Bradford, entre otros.
Puede resultar paradójico, aunque explicable, que los grandes avances que se han producido en la Documentación en las últimas décadas se deban fundamentalmente a procesos de importación de conocimiento de otras disciplinas, principalmente en el ámbito metodológico. Y al mismo tiempo, los grandes proyectos que han dado lugar al desarrollo de sistemas de información exitosos en el mundo han sido promovidos por profesionales e investigadores cuya formación básica no pertenecía al campo de la Documentación.
En este sentido, la evolución de la Documentación ha seguido un camino parecido al de otras Ciencias Sociales, como la Psicología, la Sociología o la Antropología, por ejemplo, que se han visto afectadas por la importación de modelos metodológicos originarios de las Ciencias Experimentales.
Así, gran parte del éxito de teóricos , como Shera o Helpgrin, por ejemplo, que también fueron decisivos para fijar las señas de identidad de la nueva disciplina, se ha debido a su capacidad para explicar cuáles eran los elementos teóricos transversales de ese agregado de conocimientos de heterogénea procedencia que iban componiendo a lo largo del tiempo la moderna Ciencia de la Información.
Más información: http://www.readperiodicals.com/201001/2237075831.html
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